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El siguiente estadio clínico en el deterioro cognitivo, ya es claramente perceptible por la importancia de los defectos que la persona padece.

Dependiendo de la gravedad en los menoscabos estaremos cuantificando el problema en moderado o moderado-grave.

El reconocimiento de hechos de la vida cuotidiana, así como de los diversos avatares sociales / políticos / deportivos, están ya severamente mermados. No obstante puede pasar desapercibido el fallo, por la rutinización de las conversaciones, y las respuestas automatizadas en valores de asentimiento a las diferentes cuestiones que se plantean en una conversación banal familiar. Es decir se asiente automáticamente a todo o casi todo, y eso genera un falso reconocimiento sobre la competencia en la comprensión del coloquio.

Emerge la dificultad para el reconocimiento de familiares cercanos, provocando una persistencia en la demanda del nombre a los familiares.

El nieto que viene a casa, y el abuelo pregunta “¿Tú quién eres…?.  

Suele ser fluctuante este fallo, y reconocer adecuadamente en determinados periodos y fallar en otros.

 

La orientación tanto en el plano temporal como en el espacial es muy deficitaria.

El control de la economía doméstica, la capacidad para ir al banco y realizar gestiones financieras,  se pierde ya por completo.

La capacidad de trasporte, utilizando medios públicos (autobús – metro), puede estar todavía habilitada para traslados en rutas muy conocidas y de escaso recorrido, pero ya es frecuente una gran dificultad para reconocer el trayecto, tanto en su inicio, como en su finalización, y el paciente ya presenta episodios en que es incapaz de reconocer el trayecto y acaba perdiéndose.

Por tanto, la movilidad se restringe al entorno conocido, que es el barrio y un perímetro muy limitado en cuanto al alcance del reconocimiento de las calles adyacentes a su domicilio.

La utilización del dinero puede estar todavía conservada, pero es muy frecuente que el reconocimiento de los billetes y las monedas este afectado, pero el paciente no lo reconoce y los familiares no lo perciben, ya que se tiende a automatizar el pago, dando un billete de un determinado valor, y recoger las vueltas sin ser conscientes del importe del valor devuelto.

Este fallo suele pasar inadvertido, ya que en los entornos conocidos el paciente tiene un contacto, antiguo y cuasi familiar, con los dependientes de los diferentes comercios a los que acude y por lo tanto las devoluciones son siempre correctas, pareciendo por tanto que el paciente si está al corriente de la adecuada devolución monetaria.

En los quehaceres domésticos, los fallos son ya llamativos.

En las mujeres, la actividad culinaria se deteriorara, iniciándose por olvidos de componentes de las recetas que antes ejecutaban perfectamente. Aparece un gran problema que es el olvido de apagar los “fuegos”, o sea hoy en día la vitrocerámica, o la fuente de calor que se tenga para la realización de la comida.

Finalmente se llega a una total pérdida de capacidad para la realización de esta actividad.

Inicialmente se asocia la dificultad para la programación de los diferentes electrodomésticos que hoy en día todos tenemos en casa: lavadora, lavavajillas, horno, microondas,… hasta finalmente no poder realizar ninguna de estas tareas habituales.

En el varón, al no realizar habitualmente estas labores, es menos notorio el defecto, pero se manifiesta en la utilización de la Tv, la radio, la capacidad para hacerse un desayuno,…

Y finalmente quedan dos aspectos a valorar, en los que no existen diferencias entre varones y mujeres.

La utilización del teléfono, tanto en la capacidad para marcar un número, como en la recepción de una llamada.

Debo remarcar un hecho. Hoy en día la amplia utilización de tecnología sofisticada, hace que los familiares identifiquen como dificultad el uso de un Smartphone, cuando es una tecnología  de reciente implantación, para lo cual las personas mayores de 75 años no están preparadas, y por tanto la dificultad en su uso no debe valorarse como un defecto primordial.

El uso del teléfono, es la utilización del tradicional de teclas, y su correcta utilización, sin valorar tampoco el fallo en el recuerdo de los números habituales.  El manejar el teléfono de teclas, significa el saber descolgar, para obtener línea, marcar correctamente el número deseado, aunque se tenga que recurrir a una agenda y comunicarse con la persona que se desea hablar.

Por ultimo: la capacidad para llevar un adecuado control de la medicación, que todos los pacientes a estas edades tienen prescritas.

En este estadio de la enfermedad, el paciente es ya por tanto dependiente, aunque su reconocimiento siga siendo dificultoso por su parte y aduzcan una negación persistente a este hecho.

La movilidad al estar muy restringida hace que se retraigan al domicilio, y permanezcan en el la mayoría del tiempo.

Estos dos aspectos generan un problema. Se dejan de ejecutar actividades que implican el uso de las capacidades cognitivas, ya que en un gran porcentaje se limitan a quedarse sentados en el sillón mirando la TV, y sin ningún otro incentivo.

Otro problema, al que no se suele dar importancia, pero es sumamente transcendental, es la depauperación de los hábitos alimenticios y la perdida de una dieta adecuada en nutrientes. Las dificultades relatadas implican la utilización de alimentos precocinados, con la subsiguiente perdida de un adecuado contenido tanto calórico como de los nutrientes necesarios para seguir una dieta correcta en su valor nutricional.

Por tanto, se debe recomendar el acudir a un centro de día. Y ello debido a diversas consideraciones.

El paciente sale del domicilio, es ya una obligación y rompe la rutina de dormir hasta horas intempestivas.

Se incluye dentro de un grupo social y ello implica la necesidad de mantener un nivel determinado de actividad social.

Realiza diversas terapias, tanto ocupacionales como físicas.

Se alimenta adecuadamente.

Y es la mejor forma para que el cuidador pueda tener un tiempo para él y no encontrarse anclado permanentemente a las necesidades del enfermo.

Este aspecto no lo he mencionado pero es muy importante.

Consideremos el entorno del paciente. Habitualmente el conyugue todavía es independiente, y el cuidado del  enfermo implica una sobrecarga excesiva. Aunemos a ello la carga emocional que implica una enfermedad crónica, progresiva, invalidante y sin ninguna capacidad de mejoría. Lleva al desastre afectivo, antes o después. Y no únicamente al emotivo, al físico también, dado que el cuidador suele ser de la misma o parecida edad y sus capacidades físicas están ya mermadas.

Tenemos un dicho en relación a este hecho: “Hay que cuidar al cuidador.”

Finalmente, citar que al progresar el estadio grave aparecen ya incompetencias en lo que denominamos capacidades para las Actividades Básicas de la Vida Diaria.

Y estas son:

Capacidad de movilizarse, tanto para levantarse de la cama y trasladarse a una silla o sillón.

En el caso de los incapacitados por problemas motrices previos, es la trasferencia de la cama a la silla de rueda, en la que se moviliza. 

Moverse por el domicilio, sin precisar apoyo de otra persona, o necesitándolo.

Capacidad para subir y bajar escaleras.

Capacidad para elegir la ropa que se desea utilizar un día cualquiera, y ponérsela adecuadamente en el orden correcto.

Capacidad para asearse: lavarse la cara, los dientes, peinarse, maquillarse en el caso de las mujeres y afeitarse en el caso de los varones.

Adecuada utilización del retrete y la correcta auto limpieza.

El adecuado control de esfínteres.

Dependiendo de la merma en la aptitud para ejecutar estas actividades básicas, el paciente estará en un estadio moderado – grave, o grave.

 

 

 

 

 

 

 

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