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Una vez establecidos los síntomas iniciales, estos pueden perdurar en el tiempo o pasar al siguiente estadio de la enfermedad, apareciendo ya manifestaciones claras del padecimiento de un deterioro cognitivo.

Creo necesario hacer una aclaración sobre los pacientes que hoy en día evaluamos.

La mayoría de los pacientes se encuentran entre los 70 y los 80 a 90 años de edad.

Ello implica que nacieron entre 1.925 y 1.945.

En esa época en España, los índices de culturización, de la mayoría de la población, eran básicos, escasos,… como se decía en aquellos años, sabían leer, escribir y las 4 reglas (sumar, restar, multiplicar y dividir).

No es una opinión en tanto a etiquetar los déficits culturales de aquellos años, es un hecho a tener en cuenta al evaluar a los pacientes.

No se obtienen los mismos rendimientos, al evaluar las capacidades cognitivas de una persona con una escolarización básica, que la de un universitario.

Y puesto que utilizamos herramientas estandarizadas, debemos tenerlo en cuenta al concluir el examen y adjudicar un determinado rango en las respuestas obtenidas.

Así mismo debemos tener en cuenta la adjudicación de los roles domésticos y laborales entre los dos sexos.

Si preguntamos a un varón de 80 años sobre sus capacidades culinarias, su respuesta será 0, y si preguntamos a una mujer, su respuesta será probablemente que cocina sin problemas.

Por lo tanto, en mi opinión la selección de las preguntas, tiene que tener en cuenta este hecho diferencial a la hora que realizar un cuestionario que nos indique los defectos o incapacidades del paciente.

Cuáles son los siguientes síntomas, una vez establecidos los iniciales, que son:

El inicio del deterioro cognitivo se presenta con la alteración de la memoria y la asociación de dificultad en algunas de las actividades diarias que precisan de una planificación y organización para su correcta ejecución.

Suelen asociarse y debe valorarse si a estos síntomas se suman otros en la conducta, como son:

-         Negación de estos indicios.

-         Retraimiento en el comportamiento social.

-         Presencia de ánimo decaído.

Se pierde ya la capacidad de control de la economía básica. Realización de la declaración de la renta, control de las cuentas bancarias, gestión de pagos – domiciliaciones, etc.

Un determinado número de personas aducen que estas dificultades derivan de sus problemas de movilidad, o miedo a ser atracados al ir al banco, como forma de minimizar su imposibilidad para realizarlas.

Un porcentaje elevado de mujeres aducen que nunca han ejecutado estos actos financieros, habiendo sido los varones los ejecutores de estas labores.

En este punto debemos ser objetivos y valorar este dato en el contexto que los pacientes nos relatan.

Al fin y al cabo no es una cuestión de adjudicar un sí o un no a estas capacidades. Lo que estamos evaluando es la capacidad de ejecutar una actividad que precisa memoria, cálculo matemático, abstracción, planificación y ejecución.

En la consulta diaria, si dudo sobre las respuestas dejo un interrogante en este apartado y le doy un valor acorde a las capacidades previas del paciente.

La memoria se deteriora hasta el punto  de tener dificultades para recordar datos importantes, en tanto a su necesidad, como puede ser su dirección, su número de teléfono, los nombres de familiares cercanos,…

Aparece ya una perdida en la capacidad para conocer la fecha (Orientación Temporal): el año en el que estamos, el mes, el día del mes, el día de la semana, la estación.

Ya presentan una importante discapacidad para utilizar el trasporte público, aunque con frecuencia todavía son capaces de utilizarlos en recorridos cortos, que han utilizado habitualmente.

Empiezan a tener dificultades para reconocer su barrio, y pueden llegar a perderse (Orientación Espacial).

Aquí debo realizar otra puntualización. Es frecuente tener pacientes que han cambiado de domicilio, por necesidades familiares, o que están viviendo con un familiar, habitualmente un hijo. Obviamente su entorno de toda la vida ha cambiado, y sus puntos de referencia habituales ya no existen, por lo que no debemos entender que no reconocen su barrio, ya que no es el suyo habitual.

Estos pacientes, muchas veces provenientes de entornos rurales, al volver a su domicilio habitual de toda la vida, no tienen ningún problema en orientarse, moverse por el pueblo y volver a su domicilio.

Estos son, los datos negativos, que implican la pérdida de capacidad, progresiva del paciente.

Pero también debemos valorar los datos positivos de este estadio evolutivo.

Pueden mantener todavía el reconocimiento de los hechos básicos relacionados o concernientes a sí mismos y a sus familiares cercanos: mujer, hijos nietos.

En los actos domésticos cuotidianos, todavía son competentes o tiene alteraciones de relativo significado.

Y aquí debo volever a la diferencia de roles entre varones y mujeres.

El varón es capaz de encender la televisión, cambiar de canales, utilizar una radio, calentarse un café en el microondas, … Esto en tanto a la utilización de los aparatos electrodomésticos, ya que difícilmente encontraremos varones de estas edades hayan cocinado, utilizado la lavadora, planchado, … Y reitero, como ya escribí antes que no es una cuestión de etiquetas (machismo / feminismo), sino hechos derivados de las diferencias culturales.

La mujer todavía es capaz de cocinar, aunque empiece ya a tener despistes en la realización de las diversas recetas culinarias, con olvido de ingredientes, cambios en los componentes de una determinada receta que ha realizado toda la vida,…

También es capaz de realizar el resto de tareas domésticas: lavado y utilización de la lavadora, planchar, etc.

En todo lo anteriormente expuesto se debe tener en cuenta otro parámetro.

En estas edades es muy frecuente padecer otras muchas patologías invalidantes, como son los déficits sensoriales: visuales y auditivos, la degeneración osteoarticular asociada a la artrosis y artritis, las alteraciones cardiacas generadoras de insuficiencia cardiaca y por tanto dificultad para mantener un rendimiento físico adecuado, las patologías broncopulmonares crónicas generando un problema similar, por la dificultad respiratoria,… y muchas otras, aunque estas son las más frecuentes.

Estas patologías deben ser evaluadas como causas provocadoras de invalidez, y por tanto separarlas en la cuantificación o cualificación, de la merma cognitiva.

  

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