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Revisando literatura medica, para hacer la pagina, reencontré un libro que no había revisado en profundidad y que me impactó al releerlo. Historia de la ciencia española, el el sesquicentenario de Santiago Ramón y Cajal.
Introducción: Se cumplen en este 2.002 los 150 desde el nacimiento de Don. Santiago Ramón y Cajal, ocurrido el 1 de Mayo de 1805 en el lugar navarro de Petilla de Aragon. ....

 En Octubre de 1.906 fue galardonado con el Premio Nobel de de Fisiología o Medicina, junto con el histologo italiano Camilo Golgi.
Era la primera vez que el Premio Nobel de Medicina recaía en dos Neurocientíficos.

Pero es en uno de sus discursos, en la Real Academia de Ciencias, el 5 de Diciembre de 1897, donde quiero pararme.

 

Tema: Fundamentos racionales y condiciones técnicas de la investigación biológica.
Es en partes de este discurso, donde encuentro un carácter humanista, que no aparece habitualmente en discursos academicistas, y ademas quiero dejar las propias palabras de D. Santiago Ramón y Cajal, por su maravillosa forma de expresarse.

 

" ... II. Preocupaciones del principiante. Una de las preocupaciones mas funestas es la excesiva admiración a la obra de los grandes talentos, y la convicción de que, dada nuestra limitación intelectual, nada podremos hacer para continuarla. Esta devoción excesiva al genio tiene su raíz en un doble sentimiento de justicia y de modestia, harto simpático para ser vituperable; mas si se enseñorea con demasiada fuerza de animo, aniquila toda iniciativa é incapacita en absoluto para la investigación original. Defecto por defecto, preferible es la arrogancia al apocamiento, la osadía mide sus fuerzas y vence o es vencida, pero la modestia excesiva huye de la batalla y se condena a vergonzosa inacción.
Cuando se sale de esa atmósfera de prestigio que se respira al leer el libro de un investigador genial, y se acude al laboratorio a confirmar los hechos donde aquel apoya sus brillantes concepciones, nuestro culto por el ídolo disminuye, á menudo, tanto como crece el sentimiento nuestra propia estima. Los grandes hombres son a ratos genios, a ratos niños, y siempre incompletos. Aun concediendo que nuestro grande hombre, sometido al contraste de la observación, salga puro de todo error, consideremos que todo cuanto haya descubierto en un dominio dado es casi nada en parangón con lo que deja de descubrir. la naturaleza nos brinda á todos con una riqueza inagotable, y no tenemos motivo para envidiar á los que nos precedieron, ni exclamar como Alejandro ante las victorias de Filipo: "Mi padre no me va a dejar nada que conquistar".

 

Sabias e impresionantes ideas ¿no os parece?, al menos a mi si.

D. Santiago Ramon y CajalD. Santiago Ramon y Cajal

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